SANTO DOMINGO. Halagar a una mujer por cómo le queda una ropa, abrirle la puerta a una desconocida o manifestarle la intención de ayudarla con un empaque pesado parece cosa del pasado en estos tiempos de la proliferación de casos de acoso sexual.

SANTO DOMINGO. Halagar a una mujer por cómo le queda una ropa, abrirle la puerta a una desconocida o manifestarle la intención de ayudarla con un empaque pesado parece cosa del pasado en estos tiempos de la proliferación de casos de acoso sexual.