En Santa Marta, una mujer y su amante se citaron en un lugar público para no levantar sospecha, desde donde irían a un motel. Pero tremenda sorpresa se llevaron cuando, al pedir un servicio de Uber, el conductor era su esposo.

En Santa Marta, una mujer y su amante se citaron en un lugar público para no levantar sospecha, desde donde irían a un motel. Pero tremenda sorpresa se llevaron cuando, al pedir un servicio de Uber, el conductor era su esposo.