Las hay muy jóvenes, como Vianela Reynoso Amparo, de trece años, y Darlenis Mercedes Bastardo, de doce. Las hay muy mayores, como Evangelista Méndez, de 71 años. Entre unas y otra, todas las edades y toda la indefensión imaginable. Entre unas y otra, con ellas mismas como testimonio, la violación sexual antecediendo al feminicidio, pero también como acto de poder masculino sobre sus cuerpos.
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